Philip




Un niño de unos seis años me miro sonrientemente, iba en silla de ruedas, tenia el cabello rizado y dorado, sus ojos eran color miel, cargaba con él un carrito de colección, era un deportivo rojo, no reconocí el modelo no sabia mucho de autos , detrás de ella una enfermera arrastraba el atril, lo dejo al lado de la madre y fue con la enfermera del mostrado

La madre del niño pareciera que no había dormido en días, se notaba el cansancio en sus ojos, se habían formado bolsas y unas ojeras bien pronunciadas, además estaban pálidas, su rostro no tenían color  como si no hubiera comido. El parecido de los dos era casi idéntico, sin embargo el cabello de la mama se encontraba maltratado y despeinado, las arrugas comenzaban a notarse, esa mujer había sido muy hermosa en su tiempo, todavía lo era, pero la tristeza la estaba acabando

El niño jugaba con su carrito rojo, imaginando una pista de carreras en el aire. Comenzó a reírse, me hacia pensar en los ángeles, su risa hacia que se sintiera menos deprimente el hospital, pero no duro mucho, la enfermera miro a su madre y dijo algo, la madre se acerco al niño, le detuvo la mano y le susurro algo al oído, el niño se puso serio al momento.

Aguadas, las enfermeras en su mayoría parecían que provenían de una roca, desde sus expresiones, hasta su actitud eran demasiado toscas, era deprimentes, el silencio era lo que mas molestaba, cualquier sonido que se escuchara era el de sillas , muletas, o maquinas, ese sonido comenzaba a volverme loco, como si no se necesitara un poco de felicidad en un lugar donde la enfermedad y muerte lo ocupaban en su mayor parte.

La enfermera se acerco con la señora le entrego un tablero con unas hojas, y una pluma, ella comenzó a rellenarla.
El niño miraba su alrededor aburrido, mover su carrito en carreteras invisible ya no parecía divertido, lo observe, tenia su piel y boca muy secos, su cabello se veía poco brilloso, y en algunas partes había pequeños huecos, ese niño tenía cáncer, senti mucha tristeza, el niño me miro y me hizo una seña que me acercara.

Me pare de mi lugar, me sentía cansado, pero ese niño parecía simpático, y una parte de mi necesitaba a alguien que sonriera, me acerque con pasos nerviosos,

Halo- me dijo el niño
-              Hey- respondi, entendia que me había dicho hola, pero no sabia mucho alemán, lo que había escuchado en esos días era lo que había aprendido
-              spiel mit mir- pronuncio, no entendí nada pero , me dio el carrito, cuando me lo dio sus mano rozo la mía, estaba helada, y rasposa,  saco otro carrito este era de color azul entre sus piernas. No había entendido lo que me dijo, pero una parte de mi sabia que me había invitado a jugar, me senté enfrente de él.
Intente emitir un sonido parecido al de un carro cuando arranca, el niño hizo lo mismo, empecé a mover mi carrito por las carreteras invisibles.

La cara del niño era de  felicidad, al parecer se había dado cuenta que no entendía lo que decía, pero nos podíamos comunicar con señas y sonidos. Mi mirada se encontró con la de su madre, tenía los ojos llorosos, y una lagrima caía por su mejilla, mire hacia otro lado. Sintiéndome triste, era como si todo la tristeza fuera en peso y  me cayera encima, mi sonrisa se me borro, sentí como mis músculos de la mandíbula se habían tensado, la realidad o lo que creía que sucedía.





Una enfermera salió del cuarto y dijo el nombre Philip, la mama se paró y el niño me miro, le intente entregar su carrito pero lo rechazo, me sonrió, su madre también lo hizo, las lágrimas habían desaparecido, una parte de mi sabía que esa mujer no había sonreído en meses.

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